- DISTANCIA: 12,5 km
- ALTURA MÍNIMA: 649 m
- ALTURA MÁXIMA: 1.790 m
- ASCENSO ACUMULADO: 906 m
La tercera y última jornada del periplo por las montañas del Rif la dedicamos a recorrer la ladera norte del Tisouka, partiendo de Azilane y acabando en la mítica ciudad de Xauen. Como en días anteriores, la lluvia nos acompañó en buena parte del trayecto, aunque ese no fue motivo para amilanarnos, todo lo contrario, disfrutamos sumamente de la belleza del bosque sumido en plena voragine otoñal. Atrás dejamos el albergue de Azilane y su amabilísimo dueño Abdelkader nos esperó en un tramo del sendero para desearnos una feliz marcha. Tras una pronunciada ascensión, casi siempre por vereda, llegamos a la pista de Xauen. Algo más arriba se culmina el paso de Chouihate y abandonamos la pista en favor de un perdido y bellísimo sendero que penetra en un no menos espectacular pinsapar. Antes de llegar a Xauen hicimos una parada en una casa de campo para tomar un te y calentarnos a luz de la lumbre. Después de esta reconfortante parada, llegamos a Xauen dando fin a estos tres días de senderismo por las montañas del Parque Nacional de Talassamtane. Antes de finalizar la crónica, os dejo unas impresiones de nuestro compañero Oscar Gavira sobre sus impresiones, las cuales comparto al cien por cien:
La naturaleza lleva un ritmo propio, ajeno al bullicio y desenfreno de la vida urbana, a horarios y calendarios, a todo aquello que sale en televisión, la prensa o la radio. Aquéllos que se atreven a mirar el mundo descubren ese ritmo que antaño, en un pasado reciente, todos conocían. En la naturaleza el año no comienza en enero, y aunque arces y serbales se despiden con lágrimas teñidas de oro y carmesí, muchas especies comienzan ahora un nuevo año. Atrás quedó el seco verano que acabó con el ciclo vital de muchas plantas, y todas sus especies asociadas. Atrás queda el vuelo de las libélulas, efémeras y otras criaturas que pueblan las aguas rebosantes de vida de los ríos y arroyos que se desparraman por las montañas. El nuevo año comienza ahora, un año que promete ser próspero porque, por fin, las lluvias han vuelto a esta seca tierra. El agua limpia del cielo cae para arrastrar las inmundicias acumuladas durante tanto tiempo. Y quienes se atreven a salir a la lluvia, a mirar las nubes con la cara al descubierto, a ver el mundo real, tienen la mirada más limpia y más pura, reflejando en sus pupilas las miradas de quienes también, como ellos, se atreven a salir a la lluvia.
Llevaba mucho tiempo queriendo pisar estas montañas rifeñas, tan parecidas a las montañas de esta mi querida tierra o, quizá, la misma tierra por ser yo de la tierra que piso, lejos de patrias, banderas y fronteras que se me tornan artificiales, impuestas y absurdas puesto que, como el agua, no son capaces de detener la mirada que puede atravesarlas.
Por eso no puedo si no agradecer a quienes han hecho posible esta estancia, empezando por Rafa Flores por promover éste y otros tantos viajes por tierras africanas, a Rafa Fortur por hacerlo posible y, como no, a Mohammed, indígena del Rif, cuyos infinitos ojos saben escudriñar las montañas para ver lo que otros nos somos capaces de encontrar.
Hoy vuelve a amanecer lluvioso.
Andarríos, hijo de Yanna
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Partimos de Azilane atravesando los campos de cultivo |
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Atrás queda Azilane |
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Abdelkader se despide de nosotros |
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Penetramos en un bosque de pinos donde destacan los enormes pinos negrales o salgareños |
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Arriba ya asoman los primeros pinsapos (chuj) |
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En un corto trecho tomamos el carril, pero inmediatamente retornamos a la tradicional vereda |
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El otoño viste de ocres el bosque |
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Y pasamos junto a vetustos pinsapos |
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Nuestro guía Mohammed, todo un profesional |
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C Punto realizando una foto. Le acompaña el Toro |
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Al salir a la pista llueve con fuerza. Nosotros nos reímos con igual intensidad |
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En este tramo alternan pinos, pinsapos y cedros. Las formaciones kársticas embellecen notablemente el paisaje |
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Foto de grupo en el paso de Chouihate |
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El pinsapar en este sector es bellísimo |
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Y gozamos con las formas retorcidas de algunos pinsapos |
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El agua mana por doquier |
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Nos calentamos y comemos en una casa de campo cercana a Xauen |
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Las rocas adquieren formas extrañas |
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Pasamos junto a la fuente de Tissimlane |
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Al fondo avistamos Xauen |
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Una de las ciudades más bellas de Marruecos |
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Este es el único rayo de sol que vimos en cuatro días |
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La Alcazaba y medina de Xauen desde un mirador del camino |
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En el tramo final de sendero antes de llegar a Xauen |
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Acabamos en el nacimiento de Ras el Maa
NOS VEMOS EN LAS MONTAÑAS |
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